CUIDADO CON LA TURQUÍA DE ERDOGAN

La población de Turquía son en total casi 75 millones de habitantes con una tasa de crecimiento del 1,4% anual, el 99% de la población turca es musulmana, de los cuales más del 89% pertenecen a la rama sunní del Islam, 10% de la población musulmana, está afiliada a la creencia Alewi (shií), 1% de la población pertenece a otras religiones, en particular confesiones cristianas (iglesias orientales) y judíos.

Generalmente en la sociedad turca hay un choque entre el conservadurismo religioso del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), que significa blanco, limpio, o intachable para identificar a su partido que es un partido político turco de centro-derecha de tendencia conservadora islamista, fundado por Recep Tayyip Erdogan actual primer ministro de Turquía, en 2001 que ganó las elecciones generales turcas de 2002 y el secularismo de los otros partidos, se distingue del anticlericalismo radical ateo en cuanto no condena la existencia de dichos valores religiosos, que el mismo Erdogan ha derrotado en tres elecciones generales consecutivas.

Las protestas que han agitado a Estambul, Ankara y otras ciudades turcas en días recientes fueron totalmente inesperadas, pero representan un ambiente de frustración, rabia y coraje contra la dictadura, el poder y el radicalismo islámico que se ha estado acumulando por años bajo la dirección de Recep Tayyip Erdogan, el primer ministro de Turquía. Todo empezó con una protesta por la remodelación de uno de los pocos parques restantes de la ciudad “Gezi”, es un modesto parque situado en uno de los laterales de la plaza de Taksim, que existe desde el imperio otomano y quieren construir un centro comercial, un cuartel y también una gran mezquita. Esta protesta ha cambiado de cara después del excesivo uso de la fuerza de la policía, atacando a los manifestantes en sus tiendas en el parque, con bombas de gas lacrimógeno y golpeando a gente pacífica y desarmada hasta causar daños vitales.

Así que la gente en Turquía (una minoría, hay que decirlo) está saturada del gobierno de Erdogan y su disposición hacia el Islam fundamentalista. Además de las limitaciones de los derechos humanos, a la intromisión en la vida privada, asignando la educación religiosa, forzando a las chicas a llevar el velo y ir a la escuela para estudiar la religión (el Islam por supuesto), cambiando las escuelas en colegios religiosos islámicas, la reciente prohibición de vender bebidas alcohólicas; como el raki la bebida turca más tradicional, o la construcción de una mezquita gigante en Estambul. La intención de Erdogan es demoler la república laica de Ataturk y reformar la constitución para pasar de un sistema parlamentario a uno presidencialista. Es lo que califican los manifestantes de islamización e intromisión en el estilo de vida turco

El primer ministro Erdogan, en vez de calmar a la gente y retirar la policía y pedir perdón, todavía en sus canales de televisión está provocando a la gente llamándoles “unos pocos vagabundos, bárbaros provocantes” no cambiando nada de su plan cueste lo que cueste, afirmando que va a construir el cuartel y también una mezquita en la plaza de Taksim, y dijo que las últimas protestas contra el gobierno no constituyen una “Primavera Turca”, echando la culpa de las marchas a “Twitter”.

Las autoridades dicen que más de 1.700 personas han sido detenidas en manifestaciones en 67 pueblos y ciudades, aunque muchos ya han sido liberados. Por otro lado, explican los mismos manifestantes turcos sobre lo que está pasando en Turquía: “Queremos que el mundo nos de apoyo en nuestra lucha por una democracia de verdad en nuestro país. No tenemos jefes, pero estamos mejor organizados de lo que piensan. Estamos cansados de Erdogan y de su gente. Exigimos la suspensión de los jefes de Policía de Ankara, Estambul y Hatay, la puesta en libertad de los detenidos en las revueltas, la prohibición del uso de gases lacrimógenos y la promesa de que se va a olvidar del proyecto en el parque Gezi. Estamos preparados para una lucha muy larga”.

En un simple análisis, parecía que lo menos malo que podría suceder, desde el punto de vista de los intereses occidentales, era que se impusiera el islamismo que todos denominaban “moderado” de los turcos. En mi opinión, no hay Islam moderado ni el Sr. Erdogan es un musulmán moderado, el Islam es uno, aplicar la ley islámica y punto.

Ha habido intentos frecuentes por realizar analogías entre lo que está pasando en Turquía y la ola de levantamientos de la “Primavera Árabe” en Medio Oriente.

Lo que está pasando en Turquía es una continuidad de la llamada “primavera árabe” y la lucha por el poder religioso islámico en el mundo árabe musulmán llamado el “califato”. La situación de la inquietud islámica, con tres aspirantes al califato y a liderarlo, (Irán- shiíes), Arabia Saudí y Turquía (sunníes), quedando a parte Egipto de los Hermanos Musulmanes, que pronto se apagó como un fuego de artificio  absorbido por sus graves problemas internos. Estos tres compiten veladamente entre sí y unidos solo en culpar de todo a Israel, y en menor grado a los EEUU. Estamos asistiendo a los prólogo de un enfrentamiento directo entre shiíes y sunníes.

Una guerra de religión como la que se avecina, si no se frena, no será buena para nadie, ni para el Oriente Medio ni para el Occidente.

Los únicos perjudicados en este conflicto religioso, en la zona, son los cristianos orientales que viven entre las dos ramas islamistas rivales (sunníes y shiíes). Dentro del Islam los shiíes y los sunníes, están enfrentados entre si y no están de acuerdo en muchas cosas. Pero los dos tienen en común el odio y la persecución a los cristianos.

A partir del 1979, se produce un crecimiento del shiísmo con aumento del radicalismo y el poder islámico shií en Irán (antiguo impero Persa), que lo confirma lo que está pasando en Irak (shií) el gran aliado de Irán a lo que cabría añadir a Hizbulá (shií, respaldado por Irán) que actualmente actúa sectariamente a favor del régimen de Assad en la Siria (shií). Por todo ello, hay que frenar la extensión del poder shií. Creo que, Turquía de Erdogan es el elegido para hacer este papel, por EEUU, el Occidente y los musulmanes sunníes.

Pero, cuidado con Turquía de Erdogan, es una gran candidata y aspirante al titulo del “califato”, recordando y beneficiando de su antigua experiencia en la zona como gran potencia “antiguo imperio otomano”. Turquía, nunca olvida su antiguo imperio otomano perdido. Pretende conseguir la ayuda y una primacía amable entre sus vecinos especialmente, Arabia Saudita y Qatar, aprovechando de su buena relación con EEUU y el occidente por ser miembro de la OTAN para cultivar el momento de ganar terreno.

No dejamos engañar por la cara amable de Erdogan y su famosa prepuesta de la “alianza de civilización”.

La posible entrada de Turquía en la Unión Europea, más que probable de aquí a veinte años, colocaría en el corazón de Europa un país que en 2030 se prevé que tenga 89 millones de musulmanes. Si a estos se suman a los 58 que ya vivirían en Europa nos encontraríamos con 147 millones de seguidores de Muhammad en el continente.

El ex dictador libio, Muammar Al-Gadafi ya dijo que el primer paso para la islamización de Europa es el ingreso de Turquía en Europa.

Por eso, lo que esta pasando en la plaza de Taksim no solo un bloque de abusos y censuras del gobierno de Erdogan, es mucho más que eso.

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